La Comisión Europea ha propuesto un plan para conseguir un sistema alimentario sostenible, que quiere transformar el sistema agrícola de la UE y hacerlo más sostenible y seguro desde la perspectiva de la salud humana. Un plan centrado en la estrategia de sosteniblidad alimentaria, que busca proteger el medio ambiente y garantizar alimentos saludables, además de salvaguardar el medio de vida de los agricultores.
El plan de la Comisión Europea, pasa por la consecución de todos estos objetivos:
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Reducir el uso de pesticidas en agricultura en un 50% la próxima década
La nutrición mineral equilibrada, puede afectar un mecanismo de resistencia natural de la planta y mejorar la tolerancia al estrés biótico y abiótico. Es mejor prevenir que curar.
‘Los nutrientes pueden reducir la enfermedad a un nivel aceptable, o al menos a un nivel en el que un mayor control mediante otras prácticas culturales o biocidas orgánicos convencionales, sea más exitoso y menos costoso‘. (Dordas 2008).
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Reducir las pérdidas de nutrientes en al menos un 50 %, al mismo tiempo que se asegura que no se deteriore la fertilidad del suelo
En línea con este objetivo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), define el “Hambre Oculta” como “las deficiencias de micronutrientes que se producen cuando la calidad de los alimentos que comemos no cumplen con nuestras necesidades de nutrientes, por lo que no estaríamos recibiendo las vitaminas y minerales esenciales necesarios para un crecimiento y desarrollo adecuados”. Para reducir este pernicioso efecto, la producción agrícola debe:
- Producir alimentos con composiciones básicas específicas.
- Maximizar la eficiencia de producción de los cultivos y observar la dilución de nutrientes al aumentar los rendimientos.
- Hacer un manejo balanceado y estratégico de la fertilización que contribuya a cuidar la calidad.
- No descuidar la incorporación efectiva de nutrientes, a través de la correcta administración de los fertilizantes, en la producción de alimentos.
Los beneficios de los fertilizantes foliares son numerosos, ya que la alimentación foliar de la planta puede aumentar la eficiencia de la absorción de nutrientes (hasta 8-9 veces mayor tasa de asimilación en comparación con los nutrientes aplicados al suelo. Así, la fertilidad del suelo y la sostenibilidad agrícola, irán de la mano.
‘Existe abundante evidencia que muestra el efecto beneficioso de los fertilizantes foliares en términos de mejorar el metabolismo, la calidad y el rendimiento de los cultivos. ‘(Fernández y Brown 2013).
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Reducir las ventas de antimicrobianos para animales de granja y acuicultura en un 50 %
Existen pruebas científicas que muestran que el uso de determinados aditivos para piensos puede contribuir a la reducción de los antimicrobianos tradicionales.
‘En las últimas dos décadas, una gran cantidad de investigación se ha centrado en el desarrollo de alternativas a los antibióticos para mantener la salud y el rendimiento de los cerdos. Las alternativas más investigadas incluyen probióticos, prebióticos, acidificantes, extractos de plantas y nutracéuticos como el cobre y el zinc.’ (Thacker 2013).
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Aumentar la participación de la agricultura orgánica en un 25% para 2030
Existe una amplia gama de fuentes de macro y microelementos aplicables a la agricultura ecológica que podrían utilizarse libremente de forma respetuosa con el medio ambiente.
Estos objetivos coinciden en gran medida con las metas de la producción agrícola para luchar contra el “Hambre oculta”, que son:
- Producir alimentos con composiciones básicas específicas.
- Maximizar la eficiencia de producción de los cultivos y observar la dilución de nutrientes al aumentar los rendimientos.
- Hacer un manejo balanceado y estratégico de la fertilización que contribuya a cuidar la calidad.
- No descuidar la incorporación efectiva de nutrientes, a través de la correcta administración de los fertilizantes, en la producción de alimentos.
Un plan que necesita el esfuerzo de todos para su consecución y que conlleva un cambio en nuestra manera de producir, comprar y consumir alimentos para reducir el cambio climático y proteger el medio de vida de los agentes implicados en la cadena alimentaria.