¿Qué es la agricultura intensiva?
Agricultura intensiva es un enfoque de producción de alimentos que utiliza al máximo la tecnología, los recursos financieros, la energía, el suelo y los recursos naturales para aumentar la producción y la calidad de los cultivos. Esto se logra a través de la máxima optimización de los sistemas hídricos, el uso de fertilizantes adecuados, pesticidas, semillas modificadas, el control de la temperatura, el riego, el ahorro de energía y sistema de siembra. Esta forma de agricultura también puede usarse para producir combustible a partir de biomasa.
La agricultura intensiva es un método de producción agrícola que conlleva un mayor uso de las tierras de cultivo y de los medios de producción como la siembra, para sacar el máximo rendimiento y la mayor cantidad de productos, para obtener el beneficio más elevado. Es decir, se maximiza el nivel de producción de acuerdo al área en el menor plazo posible.
Esta optimización solo es posible gracias a prácticas como un riego abundante, tratamiento de la tierra con maquinaria pesada, plantación de cultivos de alto rendimiento, etc.
Características de la agricultura intensiva
Las características más relevantes de la agricultura intensiva son:
- Cuenta con mucha mano de obra humana para poder generar tanta cantidad de productos.
- Está localizada en lugares con suelos ricos en nutrientes.
- Gasta gran cantidad de energía.
- Utiliza un único tipo de semillas.
¿Cómo reducir la huella en los cultivos intensivos?
A continuación te damos unos consejos para intentar disminuir el impacto ambiental que producen los cultivos intensivos:
- Utilizar prácticas de agricultura sostenible: la agricultura sostenible implica el uso de métodos de cultivo que respeten el medio ambiente cercanas a la agricultura sostenible (o labranza sostenible) y de bajo impacto ecológico, como la reducción del uso excesivo de pesticidas, la optimización de fertilizantes en cultivos intensivos y la recolección de aguas de lluvia para regar los cultivos.
- Incorporar la agricultura de conservación: la agricultura de conservación implica el cultivo de suelos sin mecanizar, lo que reduce la compactación del suelo y aumenta la actividad biológica, lo que resulta en una mejor fertilidad del suelo.
- Uso de prácticas de agricultura proteica: estas prácticas incluyen la producción de alimentos a partir de fuentes alternativas y la reducción del uso de recursos naturales intensivos, como el agua y la energía.
- Reducción del uso de combustibles fósiles en los procesos de cultivo: la reducción del uso de combustibles fósiles puede alcanzarse mediante la adopción de tecnología de energías renovables como el uso de paneles solares para energizar nebulizadores, sistemas de riego y otros equipos.
- Establecer límites a la cantidad de fertilizantes y pesticidas utilizados: establecer límites a la cantidad de fertilizantes y pesticidas permitirá reducir el impacto ambiental de los productos químicos liberados al medio ambiente. Además, es imprescindible el uso de fertilizantes adecuados para la agricultura intensiva.
Huella de Carbono
A medida que el mundo busca formas de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, hay preocupaciones crecientes de que la producción de cultivos también tendrá un impacto. El hecho es que los agricultores están usando productos químicos cada vez más dañinos para sus fincas, como herbicidas, pesticidas y fertilizantes sin control, lo que significa que los cultivos emiten una importante cantidad de gases de efecto invernadero. Encontrar formas de reducir estas emisiones, y utilizar fertilizantes respetuosos con el medio ambiente, es una necesidad crítica para nuestro Planeta.
Se denomina huella de Carbono de los cultivos, a la cantidad total de gases de efecto invernadero que se emiten por la producción de productos alimenticios agrícolas. Esto incluye el uso de fertilizantes, herbicidas, tractores, combustibles y combustibles fósiles para transportar productos.
Se han desarrollado una serie de estrategias para reducir la huella de carbono de los cultivos, muchas de las cuales se pueden implementar en granjas de todos los tamaños. Algunas estrategias incluyen mejorar la eficiencia del uso de energía, optar por una agricultura de conservación, utilizar fertilizantes sostenibles o reducir el uso de terrenos, entre otras.
Algunas explotaciones incluso han comenzado a aprovechar la energía solar u optando por energías renovables para satisfacer sus necesidades de combustible. Una práctica común es el uso de sistemas de bombeo pasivo para el riego, que recoge la energía lumínica del sol para el bombeo de agua. Esto reduce la cantidad de combustible necesario para el bombeo de agua en la explotación agropecuaria.
La agricultura orgánica y convencional también están trabajando para reducir la huella de Carbono de los cultivos al abordar la conciencia ecológica, buenas prácticas y los métodos de producción respetuosos con el medio ambiente. Esto implica el uso de fertilizantes orgánicos, convencionales, la conservación de suelo y el uso de componentes vegetales para controlar plagas. Estas prácticas ayudan a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por los cultivos, lo que ayuda a reducir el impacto global de los cultivos en el clima.